martes, 10 de junio de 2008

abonos

La ceniza de leña no debe tirarse si se tiene jardín o macetas, pues constituye un excelente abono para las plantas.
El poso del café constituye un excelente alimento para tus plantas.
El agua, sin salar, en que se hayan cocido las espinacas puede ser un buen abono para los rosales.
El césped recién segado es un abono formidable para las plantas del jardín.
Vacía el contenedor del cortacéspedes y forma un montón de unos 15 cm. de altura, como máximo, dale un par de vueltas para que se seque bien. Rastrilla ligeramente el terreno junto a la base de las plantas y arranca las malas hierbas. Distribuye la hierba cortada en un espesor de 5 cm. Esta alfombra de césped seco proporcionará a las plantas la humedad necesaria e impedirá la germinación de malas hierbas.
El exceso de abono puede ser tan perjudicial como su total carencia. Conviene iniciar las labores de abono en febrero/marzo, cuando los días empiezan a alargarse. Si has trasplantado, espera un mes como mínimo antes de abonar. Hay abonos de diversos tipos: los hay sólidos, de efecto duradero, que ejercen su acción cediendo sus substancias nutritivas más abundantemente al principio, menos después. Los hay líquidos que deben disolverse en agua para suministrarlos sobre un terreno que ya se ha regado con agua pura. El número de veces en que deben emplearse los abonos podría regularse así: abona siempre que nazca una hoja grande, gérmenes o capullos de flores a punto de abrirse.
Puedes mejorar sin gran esfuerzo la calidad de la tierra de las macetas. Sólo hace falta conseguir un recipiente provisto de un fondo perforado, para que el agua pueda escurrirse sin problema, y depositar en él los posos del café, del té y de otras infusiones; las pieles de plátano, de manzana y de pera, bien troceadas; la pinaza y las hojas secas que puedas recoger en el campo, también troceadas. Deja que la lluvia caiga sobre este compuesto y revuélvelo de cuando en cuando. Al cabo de un tiempo estará a punto para ser mezclado a la tierra.
No deben abonarse las plantas recién trasplantadas hasta transcurrido un mes desde que se efectuó el trasplante. Hay que dejarle tiempo a la planta para que se habitúe a su nuevo emplazamiento, en el que, por otra parte, ya hallará, de momento, las substancias nutritivas que precise.

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